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Las memorias de Nashla (Última parte)

  • Foto del escritor: Cesia García
    Cesia García
  • 20 mar 2022
  • 6 Min. de lectura

-Por favor dime qué es lo que está pasando, desapareciste y no dijiste nada ya no vas a nuestras citas, no respondes a mis cartas, no has salido de tu casa –agregó Matt.

-Mi familia está muerta, Elizabeth y Sam también lo están y estas voces dentro de mi cabeza no me dejan en paz, dicen que nunca me dejarán hasta que todo terminé: ya no puedo más. No quiero perderte y si eso quiere decir que te tengo que dejarte, lo haré. -Le dije, mientras el llanto y el miedo se apoderaban de mí, todo se derrumbaba a mi alrededor, pero había una luz que me decía que aún había algo, que aún podía seguir adelante y esa luz era Matt.


-Tranquila Nash, todo está bien, yo estoy aquí contigo; todo esto no es real- me dijo Matt tratando de consolarme, mientras me tomaba de la mano; él era todo lo que necesitaba, lo sabía pero había algo que me decía que no era así, sabía que se tenía que ir.


-Todo esto es muy real, no puedo tranquilizarme; hace mucho que no he podido dormir, las pesadillas vienen a mí continuamente y me da mucho miedo el futuro. No quiero perderte, no quiero sufrir más; esta voz no me deja en paz. Sé que te necesito pero no quiero que te pase algo, tal vez mi destino es perder a las personas que amo. -Le contesté y una lágrima cayó sobre mis mejillas.


Matt se sentó a mi lado, me rodeó con sus brazos y besó mi frente, yo respondía a su abrazo y mi cabeza se posó en su pecho; no pude resistirme a sus encantadores gestos, me sentía segura, protegida; él era mío y yo era de él.


-Todo estará bien, yo estoy aquí y no dejaré que te pase algo. Nunca me perderás y yo nunca te perderé, mi pequeña Nash. -Su dulce voz me tranquilizaba.

Al principio estaba muy asustada, pero cuando estaba a su lado todo mi miedo se esfumaba, quería vivir en ese momento para siempre, quería que todo se congelará y no soltarme nunca.


Estábamos sentados frente al fuego en medio de la biblioteca que la señora Elizabeth había creado para ella; Matt tomó mi libro y comenzó a leer para mí.

-“¡Una nueva vida! Esto es lo que necesitaba. Era lo que estaba esperándole...” -Leí Matt.


De pronto, pasó lo que no había pasado hace mucho tiempo: mis ojos comenzaron a cerrarse, dormí, dormí a su lado, pude sentir esa seguridad, sentir esa protección que él me brindaba.

Después de estar un rato frente a la fogata, Matt me llevó a mi cama, me besó y se despidió, dio media vuelta.

-Mañana nos volveríamos a ver. - Susurró, tomé su mano y le dije...

-Matt, no te vayas por favor, quédate conmigo esta noche. -

Matt accedió, se quedó porque yo se lo pedí. Se acostó a mi lado, me abrazó y besó mi frente otra vez.

-Descansa, yo estoy aquí, mi Nash. Nunca te voy a dejar. –Susurró a mi oído.

Ese fue el último día que dormí profundamente; estábamos abrazados, nos hicimos uno, lo amaba con todas mis fuerzas y él, él me amaba a mí, sentía sus brazos alrededor de mi cuerpo, estaba segura...

La noche corría y yo descansaba en sus brazos.


Desperté; no podía creer que fuera tan tarde. No sentí los brazos de Matt, miré a mi lado pero ya no estaba, se había marchado. Me levanté y me vestí, busqué a ver si Matt había dejado alguna nota en algún lugar, pero no encontré nada, debo de admitir que me sentía un poco triste.

Recordé que en algún momento de la noche me dijo que hoy nos veríamos en nuestro lugar, el lugar donde comenzó todo: la cafetería.


Salí de casa, hacía mucho que no lo hacía; caminé hacía la cafetería, entré, observé si no estaba Matt, no lo vi así que tomé asiento; abrí mi libro y comencé a leer. Tomaba de mi taza de café un a y otra vez, observaba a cada persona que entraba y ninguna esta quien esperaba; terminé mi café y Matt no llegaba.


Lo esperé por un gran tiempo, pero no llegó en ningún momento; así pasaron los días: seguía concurriendo aquel lugar, tenía la esperanza de que algún día llegara a nuestras citas inesperadas, ambos sabíamos que nos encontraríamos ahí, pero nunca llegó, nunca me mandó una carta o dejo una nota. Decidí no volver a aquel lugar, decidí olvidarme de la idea de que algún día lo iba a volver a ver.



31 de octubre 1971


Estaba en mi casa encerrada, frente al fuego; demasiadas ideas estaban en mi cabeza, pero la que predominaba era que Matt me había dejado, se había marchado y no me había dicho nada, ni una nota había escrito para mí; "después de todo lo que habíamos pasado juntos", pensé.


Me dolió muchísimo el no saber de él y ese dolor se apoderó de mi corazón terminándolo de romper por completo; ya no quedaba nada de aquella Nashla que algún día fue feliz, lo único que me quedaba era vivir otras vidas.


Tomé aquel libro, nuestro libro y lo rompí, rompí cada una de las hojas, las lágrimas no dejaban de caer sobre mis mejillas y grité, grité como nunca lo había hecho, estaba rota, desesperada; lancé cada parte del libro al fuego, vi cómo se incorporaba a las llamas y de alguna forma eso me gustó, me agradó sentir esa sensación en mi cuerpo..., de pronto alguien tocó a mi puerta, me dirigí a ésta y la abrí, preguntaban por Matt, uno de los oficiales me dijo que no lo encontraban por ninguna parte, y que su madre había dicho que la última vez que lo vio fue cuando fue a verme; me preguntó que si no sabía nada de él y cómo había sido su visita ese día, si se había comportado raro o había tomado una actitud diferente.

¿Qué le había pasado?, todo era muy raro; les dije todo lo qué pasó ese día, que estuvo en mi casa y después se fue, me preguntaron si había pasado la noche allí, les conteste que sí, pero se había marchado en la mañana sin decir nada y después ya no supe nada de él. -Gracias por su cooperación, señorita. Si necesitamos más información la vendremos a buscar. - Me dijeron mientras se marchaban a continuar su investigación.

-Claro que sí, oficial. -Contesté.

Nadie encontraba a Matt, ningún rastro de él, nada. Pasaban las horas y lo días y no había rastro de aquel personaje; sin duda una noticia que se llevó todo lo que quedaba de mi existencia. Sólo esperaba que estuviera bien, él me había dicho que nunca lo perdería.


Me encerré, ahora ese cuarto sólo me resguardaría de todo lo que sucedía allá afuera, tenía que luchar conmigo misma, me estaba volviendo loca, veía a Matt en todos lados, lo escucha diciendo mi nombre y esas voces me hacían enloquecer cada vez más; mi vida ya no tenía sentido, estaba acabada, ellos terminaron con mi vida.


Ya no podía dormir; escribía cuando podía, escribía en las paredes, en donde encontrara un espacio; escribía porque nadie quería escuchar, escribía porque de alguna forma me dejaba sacar todo esto que llevaba dentro.


Busqué y busqué, busqué algo que me pudiera ayudar a terminar con esto, algo que me ayudara a sobrellevar todo esto que sentía en mi ser y que no me dejaba en paz en ningún momento.


Comencé a caminar en la casa, buscaba respuestas de todas estas preguntas que no me dejaban dormir, quería encontrar algo que me ayudará, una señal, una carta, algo; encontré una puerta que nunca antes había visto: era pequeña, era toda negra, parecía recién pintada; pero de sus orillas emanaba un liquido color carmesí, en medio había un tache con pintado con sangre oxidada, decidí abrirla y...

Todas esas memorias se apoderaron de mi mente: estaba en un cuarto llenó de espejos, la señora Elizabeth me había llevado a aquel lugar, y en ese cuarto estaba un espejo grandísimo y yo, yo estaba frente a él; me quedé observando mi reflejo por un largo tiempo, y de pronto algo salió de aquel lugar, era una sombra que no tenía forma, se metió a mi cabeza y en mi rostro algo cambió, algo dentro de mí cambió, ya no era la misma...


Al abrir la puerta, cadáveres salieron de ella, conocía cada una de esas caras, sabía quiénes eran, ahí estaba, estaba la señora Elizabeth, Sam, mi Madre mis hermanos..., en medio de todos estaba Matt, ¡MATT!... Yo fui, yo fui quien acabó con ellos, yo..., yo los maté...

“Así también mataría la obra del pintor, y todo lo que ello significaba. Mataría esta monstruosa vida del alma y recobraría la paz...” Mi corazón dejó de latir...


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