Las letras que siempre me acompañarán...
- Cesia García
- 17 jun 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 20 jun 2020
Su mirada es profunda, pareciera que está reflexionando; cuando lo ves a través de sus lentes sientes cómo puede penetrar tu alma, esos ojos que te gritan algo, que dan ternura, pero a la vez te exigen que no te quedes callado, te gritan: vamos a salir de esto; expresan ese dolor que hay dentro de ese ser humano, ese coraje, esa sed por justicia.
Sostiene un cigarrillo en su mano que acaba de ser aspirado, su cabello es blanco como la nieve y perfectamente cortado, al igual que su barba y ésta está acompañada con algunos toques grisáceos; te mira y te dice…
Nada te detendrá mi cuerpo amado,
ni el ardor de los besos que allanaste,
ni las tibias alcobas donde amaste
la blancura de un cuerpo abandonado;
nada, muchacho, nada, ni el helado
secreto de los labios que habitaste…
Siempre existió en él el deseo de ser sacerdote, cuando terminó la preparatoria con los Misioneros del Espíritu Santo, se fue a vivir con los Jesuitas, junto con el poeta Fabio Morabito, éstos siempre han sido de su interés; estuvo un año viviendo con ellos, así que podría experimentar cómo era la vida de aquellos hombres y también decidiría qué iba a estudiar.
Decidió entrar al noviciado y se fue a Guadalajara, aunque duró muy poco tiempo aquí, ya que se dio cuenta que el voto de obediencia no había sido creado para él, “si hubiera llegado a ser sacerdote, sería uno pésimo, no como los peores, pero en el orden de la obediencia, hubiera sido un desastre. No se me da”, dijo Javier Sicilia, sí, Javier Sicilia en una entrevista que dio a SDP Noticias.
El poeta daba cursos de literatura a señoras en la escuela de Los Legionarios de donde lo corrieron a causa de que dirigía una revista que se llamaba Ixtus y un número de ésta fue nombrado Casta Meretrix, la cual es una definición de la iglesia, dándole el adjetivo de prostituta. Redactaron un par de artículos criticando la visita del Papa; los Legionarios no fueron la excepción, criticaron su falta de sentido evangélico lo que les molestó demasiado, Javier ya no volvería a dar sus clases en este lugar.
Al marcharse de aquella escuela, no sólo se llevó una medalla, sino también a todas aquellas mujeres que escuchaban a Sicilia con tanto interés, ellas decidieron irse con él, lo siguieron y él les seguía dando cursos hasta que algo interrumpiera a este amor por las letras.
Su vida al lado de sus hijos era exquisita, Juan Francisco Sicilia Ortega era un buen lector de poesía, le gustaba mucho el conjunto de esas letras.
A Juanelo, como Sicilia le decía, y a él les gustaba mucho el futbol; Francisco jugó en las fuerzas básicas de Cruz Azul, no pudo seguir ya que tenía un problema en su espalda, pero a pesar de esto, obtuvo una beca deportiva con la cual pagó la mitad de su carrera en Administración de Empresas, también trabajaba como administrador en CARDICA, una asociación hospitalaria de enfermedades cardiacas.
“Me gustaba ir a ver jugar a mi hijo, me encanta el futbol, aunque le voy a un equipo que desde hace mucho tiempo desapareció: Veracruz”, comentó Sicilia en la entrevista dada a SDP Noticias. Aunque estudió en la UNAM ciencias políticas después de su fracaso en el noviciado, no le va a los Pumas; Juan le iba a el América y Sicilia lo soportaba sólo porque lo amaba demasiado, comentó para Telemundo.
Un día padre e hijo decidieron ir a jugar futbol con algunos de los amigos de Juan, mientras jugaban Sicilia se rompió la rodilla izquierda y dejó de acompañarlos y desde ese momento sólo miraría a su hijo cuando practicara este deporte.
El ídolo de su hijo era Zidane, para él era el mejor jugador; Sicilia admiraba a Gandhi y a Tolstoi, ya que desde pequeño, gracias a su madre, empezó a leer sus obras y quedó maravillado, ella fue quien le inculcó desde pequeño ese amor, la devoción por la justicia, y su padre le enseñó a los místicos, a los grandes poetas.
En el mes de marzo del año 2011, Javier Sicilia viajó a Filipinas, ya que fue invitado por el Instituto Cervantes, la Embajada de México y el Pen club, era un tour de poesía, iba a leer algunas de sus obras que fueron traducidas. Al llegar se hospedó en la casa del embajador de México: Tomás Calvillo, un poeta y amigo suyo.
Sicilia estaba redactando su artículo sobre las candidaturas independientes para la revista Proceso, lo terminó y lo mandó, entró a Messenger y encontró que su hijo estaba conectado, éste le dijo que no tenía pensado salir de Cuernavaca, tuvieron una plática:
-Oye, pa’, pues me dejaste dinero para la tenencia.
-No vayas a pagar. -Había el rumor de que se iba a quitar el impuesto a los coches en Morelos.- Espérate hasta el último, a ver si la van a sostener.
-Estoy acá en tu casa, en el departamento, voy a tomar dinero, estoy sacando la tarjeta de circulación de tu carro porque voy a pagar el mío, el de mi hermana y el tuyo.
“Cuando nos íbamos a Filipinas, yo no quería irme. Intuía que algo iba a pasar y sentía frío”, comentó Sicilia en una entrevista dada a SDP Noticias, aún ignoraba lo que iba a suceder en su ausencia en México.
Javier se comunicó con su hijo en Messenger aproximadamente a la una de la tarde, hora de México; sería al otro día cuando recibiría aquella noticia que quebrantaría su alma.
Sicilia estaba dormido y escuchó el teléfono, el de la embajada y el de la casa, a las cuatro de la mañana, hora de Filipinas, éstos no dejaban de sonar lo que despertó a Javier y supuso que algo había pasado, ya que no era normal que hubiera tanta insistencia y pensó en su madre, “las llamadas en la madrugada siempre son malas noticias", comentó en Telemundo.
Tomás Calvillo contestó, fue con Sicilia, le dijo que se vistiera y lo acompañara, Sicilia estaba con el suspenso, le preguntaba qué era lo que había pasado y él contestó: mataron a Juanito... “La madrugada más espantosa de mi vida…”, comenta en una entrevista dada a Tragaluz.
Quien habló esa madrugada fue el hijo de Tomás quien era muy buen amigo de la hija de Sicilia; regresó a México, sólo esperaba que no fueran a incinerar a su hijo, él lo quería ver una vez más y despedirse de él. Agachando la cabeza y después de un silencio, dijo: “Siento que hice todo lo que pude, lo amé, lo viví, lo abracé como podía”, comenta en la entrevista que dio a Fernando del Collado.
La última vez que Sicilia vio a su hijo y se despidió de él, le dijo: “estoy muy orgulloso de ti, te amo mucho”, comentó en el programa Tragaluz.
Un 28 de marzo, en un vehículo color gris, fueron encontrados siete personas muertas, los cuerpos fueron hallados con una cinta enrollada en el cráneo, en las muñecas y en los tobillos de cada uno, de los cuales cinco eran jóvenes y dos adultos.
Entre ellos estaba el hijo de Sicilia, Juan Francisco Sicilia Ortega y tres de sus amigos: Luis, quien fue conocido por éste desde la infancia, Julio y Gabo se sumaron después, siempre estaban juntos. Estos joven desaparecieron y luego fueron asesinados y arrojados en un vehículo.
El día 31 de marzo de 2011 Sicilia dio una conferencia de prensa en Cuernavaca, en su cara se notaba la tristeza, agachó su cabeza, guardó silencio… y comenzó a hablar, su voz estaba un poco quebrada al principio, pero después fue recuperando su tono: “Tenemos que unirnos y que se haga justicia y un ya basta”, dijo. También declaró que no nos podemos quedar así sin hacer nada, tenemos que salir y exigir justicia, “asesinar a otro no va a regresar a la vida de nadie, queremos justicia nada más, tenemos que exigírsela a esos pinches diputados”, comentó.
Al siguiente día, Javier exigió a las autoridades que hicieran justicia y les dio el plazo de una semana para resolver, capturar y castigar a los culpables; el día 2 de abril anuncia su retiro de la poesía. Dijo que durante el vuelo de Filipinas a México escribió un poema dedicado a su hijo y al mismo tiempo se despedía de lo que siempre había estado a su lado, las letras:
“Yo saqué un papel, esas fueron las últimas palabras que le dije a mi hijo desde mi corazón, desde mí mismo, como poeta fue un adiós en el silencio, un abrirme al silencio. Es mi último poema, no puedo escribir más poesía”, dijo.
"El mundo ya no es digno de la palabra
Nos la ahogaron adentro
Como te asfixiaron
Como te (desgarraron) a ti los pulmones
Y el dolor no se me aparta
Sólo queda un mundo
Por el silencio de los justos
Sólo por tu silencio
Y por mi silencio Juanelo".
El día 6 de abril, Sicilia caminó 15 kilómetros, desde la Paloma la Paz (acceso a Cuernavaca) hasta el Zócalo de la Ciudad de México, con la demanda: Ni un joven, ni un niño más asesinado en este combate que emprendió el gobierno contra el crimen organizado, en la cual estaban más de 20 mil ciudadanos.
Hubieron réplicas en el mundo, 150 mexicanos se congregaron en la embajada de México en Barcelona para sumarse a las voces de un cese a la violencia y exigir justicia; en Nueva York una docena de personas se manifestaron frente al consulado general de México para exigir un alto al crimen y la violencia causada por los cárteles del narco, al igual que en Argentina, Francia y otras partes del mundo, mostrando su indignación por el asesinato de Juan.
El día 25 de mayo, la policía presenta al presunto autor intelectual de los asesinatos de siete personas que fueron halladas en un carro gris, y a dos de sus cómplices: Jesús Radilla Hernández, El Negro; José Luis Luquín, El Jabón; y Valentín Ortiz López, integrantes del Cártel del Pacífico Sur. Éstos fueron capturados en Coatzacoalcos, a los que les dictan auto de formal prisión por los homicidios que habían cometido.
Los poetas Juan Gelman y José Emilio Pacheco decidieron participar en una antología lanzada en México y que dedicaban a Javier Sicilia, ésta es una edición restringida de 300 ejemplares que contiene 69 composiciones líricas y la titularon "Poemas para un poeta que dejó la poesía".
Los actores Diego Luna, Jesús Ochoa, Daniel Giménez Cacho, Víctor Trujillo, Julieta Egurrola e Ilse Salas son algunos de los actores y comunicadores que se unieron al "Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad" con la campaña Ponte en los zapatos del otro, dirigido por Sicilia, donde buscan sensibilizar a la ciudadanía sobre la violencia en México.
En el mes de junio, Sicilia da una entrevista a Francisco del Collado, donde declara que volverá a la literatura y a seguir con sus clases, regresando a formar poetas: “Los poetas escuchan su corazón y responden a él", comentó.
Lo miras, él sigue ahí, no se mueve; con su mirada perdida en la reflexión, pero no deja de mirarte, sus ojos te comparten ese sentimiento que hay dentro de su ser y te susurra:
Ni las heridas ingles ni el engaste
de tu placer herido y entregado
al roce delicado de unos dedos;
nada, mi servidor, mi amante, nada,
ni acaso la caricia más amada,
pues más allá del goce y sus recuerdos,
ah, sientes cómo el polvo se aproxima
a la dulce insistencia que te anima.
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